Hay una sensación ahora, en cada rincón de este experimento salvaje, de que las paredes se están disolviendo. Puedes escucharlo en los zumbidos del validador baremetal a las 3 am, verlo en un gráfico de memecoin que se mueve como un cable vivo, sentirlo cuando miles de millones se deslizan en la cadena sin ceremonia, sin permiso. No es una batalla. No en ningún sentido militar. Aquí no hay enemigo. Los bancos, los fondos, los degens, los constructores, todos están arrastrados por la misma corriente. Este es el impulso de todos hacia la autosoberanía. Por un sistema financiero abierto. A la liquidez no le importa qué bandera ondees. El rendimiento no se detiene por la ideología. La máquina se está moviendo, y si la conectas, te mueves con ella. Y lo extraño es esto: se siente inevitable. No por eslóganes o marketing o alguna conspiración en una sala de juntas, sino porque los rieles están vivos bajo nuestros pies. La red nos atraviesa a todos. Los bloqueos siguen llegando, más rápido de lo que piensas, indiferentes e imparables. Y sigues enviando, manteniendo el corazón de todo latiendo. Hemos sentido las chispas lanzadas en todos los rincones del mundo. Un comerciante en Buenos Aires, un desarrollador en San Francisco, un fundador en Dubai, un fondo en Singapur: todos encendiendo los mismos fósforos, todos tirando del mismo fuego. Podrías iluminar una ciudad con la energía que se desangra de las terminales. No hablamos de victoria, porque victoria es la palabra equivocada. No se trata de conquistar los viejos mercados o enterrar a Wall Street. Se trata de fluir más allá de ellos, a través de ellos, a su alrededor. Como el agua encontrando cada grieta. El viejo mundo no termina con un choque; se absorbe, se transporta río abajo, hasta que un día te despiertas y te das cuenta de que la corriente ya ha cambiado de rumbo. Y si haces una pausa, aunque sea para respirar... el tiempo suficiente, con el tipo correcto de ojos... Puedes sentirlo: la marea ya ha cambiado. El giro de un planeta, el sol que no pide permiso para salir. Un nuevo sol está saliendo. Pero no se levantará por sí solo. Se levanta porque seguimos construyendo. Porque seguimos presionando. El levantamiento está aquí. Su nombre es nuestro. Dilo conmigo, dilo juntos. Solana
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